La gaviota Jonathan sintió el impulso de volar alto una vez más, a través de Europa, para experimentar cómo las personas se encuentran, incluso cuando no hablan el mismo idioma. Ya en su primera parada en Alemania, Jonathan se dio cuenta: a menudo hay inseguridades al principio, porque algunas palabras suenan extrañas o los dialectos suenan muy diferentes. Pero tan pronto como las personas se abrían entre sí, se daban cuenta de que detrás de cada voz inusual hay una historia propia, a menudo hermosa, llena de calidez y sorpresas.
Curioso, Jonathan siguió las corrientes ascendentes hacia Austria. En un pintoresco pueblo, se encontró con un grupo de inmigrantes que habían aprendido poco a poco a comunicarse con los lugareños. Al principio fue difícil para todos, porque cada palabra tenía que ser traducida laboriosamente, y nadie entendía realmente algunos modismos. Pero con el tiempo, la confianza mutua creció. Cuanto más reían y compartían historias, más rica se volvía la vida en este pueblo.

Luego Jonathan pensó en sus pequeños amigos en Stein (Dacia, Rumania), que se reúnen en una antigua casa parroquial. Desde una edad temprana, hay una mezcla colorida de gitanos, húngaros y rumanos. Gracias a estos encuentros tempranos, los niños crecen juntos de forma natural, aprendiendo a comunicarse en diferentes idiomas y dialectos y descubriendo que la inclusión no permite que surjan barreras. Todos son alentados a mantener sus peculiaridades, pero al mismo tiempo a estar abiertos a las de los demás, y así se forma una comunidad en la que cada niño pertenece desde el principio.
Antes de su vuelo de regreso, Jonathan aterrizó en una colina para disfrutar de la vastedad del cielo y del país. Pensó en todas las maravillosas historias que había escuchado en su viaje, sobre países de origen lejanos, nuevos sueños y los caminos a menudo pedregosos que la gente ha recorrido. Sí, se necesita coraje y apertura para sumergirse en idiomas extranjeros. Pero cada nuevo sonido, cada modismo descubierto nos da una visión de una vida que es más rica y colorida de lo esperado.
Con un grito satisfecho, Jonathan volvió a volar al aire. Ahora sabía: aprender otro idioma puede ser un desafío, pero vale la pena. Quien se abre a él, descubre no solo palabras, sino personas maravillosas y sus historias únicas. Y al igual que los niños en Stein, esto nos muestra que, a pesar de todas las diferencias, nos une más de lo que nos separa.
Día Internacional de la Lengua Materna
El Día Internacional de la Lengua Materna se celebra cada año el 21 de febrero. Fue establecido en noviembre de 1999 por la UNESCO para promover la conciencia de la importancia de la diversidad lingüística y el multilingüismo. La fecha conmemora el 21 de febrero de 1952, cuando en Dhaka (hoy Bangladesh) estudiantes perdieron la vida mientras luchaban por el reconocimiento de su lengua materna (bengalí).El objetivo del día conmemorativo es destacar la importancia de las lenguas maternas para la identidad cultural y la educación, y abogar por la preservación de la diversidad lingüística. De esta manera, se pretende evitar que los idiomas y dialectos desaparezcan, lo que significaría una gran pérdida de patrimonio cultural. Al mismo tiempo, el día enfatiza el papel del multilingüismo en la comprensión mundial y en los sistemas educativos inclusivos.
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